Nacer del Agua y del Espíritu
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Juan 3:5
Cuando Jesús le dijo al fariseo Nicodemo que era necesario nacer de nuevo para ver y entrar al Reino de Dios, la idea que tuvo Nicodemo era un nacimiento carnal. En Juan 3:5, Jesús le aclara que el nuevo nacimiento viene del agua y el Espíritu. Y para que no le quepa duda, en Juan 3:6 le continúa diciendo: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Si deseamos convertirnos en hijos de Dios, debemos nacer de nuevo según la naturaleza de nuestro Padre Celestial, quien es Espíritu.
Como ingeniero químico, sé la gran importancia que tiene el agua como sustancia. El agua puede hallarse en la Tierra en los tres estados de la materia. Químicamente, el agua se compone de dos átomos de hidrógeno enlazados covalentemente a un átomo de oxígeno. El agua se ha catalogado como el disolvente universal y es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida. El agua circula constantemente en un ciclo de evaporación, precipitación y desplazamiento hasta el mar.
¿Por qué debemos nacer del agua? De acuerdo a la Escritura, el agua es el origen de todo. En 2 Pedro 3:5 leemos: Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste. Ese tiempo antiguo que refiere Pedro, se puede entender, en el principio, en el origen de la creación, Dios utilizó el agua como materia prima para crear los cielos y la tierra. En el nuevo nacimiento, debemos nacer conforme al plan original de Dios.
Durante el tránsito del pueblo de Israel por el desierto hasta la tierra prometida, Dios le dio instrucciones de utilizar el agua para purificación. Por ejemplo, en Números 19:9-21, Números 31:23 y Levítico 15:13. Nacer del agua significa haber sido purificado y limpiado de todo pecado. Eso solo puede hacerse a través del agua viva, Jesucristo. Como dice Juan 4:10: Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Esa agua viva, la materia prima que sirvió para crear todo lo que existe, sale del mismo trono de Dios. Apocalipsis 22:1 dice: Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Nacer del agua es nacer del mismo origen de Dios y del Cordero, Su Hijo amado Jesús, quien dio Su vida preciosa a cambio de nuestra redención.
El bautismo de Jesús es el mejor ejemplo bíblico de lo que significa nacer del agua y del Espíritu. En Mateo 3:16-17 leemos: Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Para entrar al Reino de los cielos debemos primero nacer de nuevo del agua y del Espíritu. El agua de vida que nos da Jesucristo nos purifica y nos limpia de todo pecado. Entonces, el Espíritu de Dios entra a morar en nosotros. De esta manera, nos convertimos en hijos de Dios adquiriendo su ADN espiritual. Y como hijos, tenemos derecho a la herencia en la casa de nuestro Padre Celestial. Como herederos entramos a morar con Él por toda la eternidad. No perdamos más tiempo y procuremos ser parte del Reino de los cielos. Dios te bendiga.
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